La Escuela de Artes Escénicas de Venecia contiene un programa muy específico y muy técnico de talleres, aulas y espacios multifuncionales. Esta parte técnica de las artes escénicas incluye el diseño de decorados, el vestuario, maquillaje, peluquería, diseño de máscaras, iluminación escénica, etc.
Debido a la peculiaridad del programa y a la densa trama existente en Venecia, se ubica en los jardines de Santa Elena.
Esta amplia zona verde pública, de las pocas existentes en Venecia, será donde se reparta el programa necesario de manera que se integre en la masa arbórea sin crear un gran impacto visual y restando la menor cantidad de suelo verde a los venecianos.
Se disemina el programa en diferentes elementos sobre el jardín, así como elevar algunos de los talleres necesarios en la escuela para no ocupar el suelo y poder aprovecharlo para otras actividades lúdicas. De esta forma, al disgregar el programa en varios cuerpos, se consigue mayor integración con el entorno, debido a la forma orgánica adoptada, acorde con el ambiente vegetal en el que se encuentra.
En la parte del jardín donde se levanta la escuela, se decide distorsionar la línea del suelo diseñando una nueva topografía, creando elevaciones y depresiones en el terreno, generando espacios interesantes, agradables por los que pasear o sentarse y disfrutar del entorno privilegiado en el que se encuentra la persona. En base a estos espacios se situarán los edificios de la escuela esparcidos e integrados, ya sea con la topografía o con los árboles, en el jardín, haciéndose con el lugar, expandiendo sus extremidades abrazando y anclándose entre los árboles buscando su lugar para pasar desapercibidos, estableciendo una armonía en la silenciosa Venecia.
Al igual que John Hedjuk en una de sus “Wall Houses”, donde la arquitectura pasa a formar parte de un fondo natural, en este caso un bosque repleto de árboles, el edificio extiende sus extremidades en forma de rampas, escaleras e incluso partes de su fachada, abrazando y conquistando el entorno, para agazaparse y adaptarse a él.
Los talleres se sitúan a diferentes alturas del suelo, creando una vibración en el alzado. Estos volúmenes se ocultan y se funden con la franja de las copas de los árboles. Por su forma, color y textura se integran en la naturaleza creando un diálogo entre ellos mismos y su entorno, casi convirtiéndose en auténticos árboles.
Jardín de Santa Elena, Venecia
Besay García
2006